El tiempo no fue muy bueno, a pesar de la época en la que nos encontrábamos, pero por los menos nos respetó para poder sumergirnos en el mundo de los vikingos y poder disfrutar de ello.
El pueblo nos acogió muy bien, el párroco después de la misa nos invitó a un aperitivo y estuvo charlando con nosotros un ratito, desde aquí se lo agradecemos enormemente.
Desde el casco de un vikingo se ve de otra forma ¡que atentos!